Una vía ferrata es una ruta de escalada protegida y equipada con cables de acero, grapas, escalones y otros dispositivos que permiten a los escaladores asegurarse mientras avanzan por terrenos rocosos. Estas rutas suelen estar diseñadas para que personas con una baja experiencia en escalada puedan disfrutar de entornos montañosos espectaculares de manera segura. No obstante, la Vía ferrata Lombera de Arnedillo no es una ruta de iniciación en esta actividad y requiere cierta experiencia ya que está catalogada como difícil.
La Vía ferrata Lombera está instalada en la cresta norte con la ermita de San Andrés y San Blas, en la Peña del Castillo de Arnedillo y cuenta con magníficas vistas del pueblo y a las montañas que lo rodean.
Se trata del primer itinerario de carácter público de la Comunidad, por lo que los usuarios pueden acceder a él libremente y de manera gratuita portando sus propios equipos de escalada y siguiendo las normas de uso y de seguridad establecidas.
Comienza en la parte izquierda de la ermita de San Andrés y San Blas, junto a un gran cartel identificativo y que ofrece amplia información de la vía. La ruta asciende por la línea marcada sobre las aristas rocosas hasta cruzar un pequeño puente tibetano. Continúa a través de pequeños tramos verticales hasta la base de una cascada seca. Cruza un canal por un tramo a pie hasta encaramarse a la pared.
Alternando tramos de roca tumbados y verticales, se llega a la divisoria que amplía la visión a los vertientes de la montaña. Se asoma el vacío y asciende a la parte más alta de la ruta. Continúa a pie unos metros por la arista, con ambiente a ambos lados, hasta un collado. Seguiremos en ascenso hasta llegar a una canal amplia donde encontraremos el cartel de final de vía.
Una vez abandonamos la línea de vida, seguiremos un sendero marcado durante 20 metros hasta llegar al centro de la canal-cascajera que será nuestra ruta de descenso al camino de las ermitas. Se trata de una bajada con cierta inclinación por tramos de cascajera que requiere técnica de descenso en zig-zag y precaución para evitar resbalones.
Casa señorial muy acogedora. La casa, una casa antigua señorial, es muy acogedora, y tuvimos la suerte de ser los únicos huéspedes. Además de la habitación, disfrutamos mucho del salón con chimenea. El dueño fue muy amable y te informa muy bien de todo lo que hay que ver por los alrededores. Sin ser una crítica, se echa en falta que no se sirviera allí el desayuno, sino en un restaurante cercano, propiedad también del dueño del hotel. Sí debo añadir que el desayuno era estupendo.