Los lagares rupestres del Cogote de las Pilas representan un conjunto excepcional de once lagares tallados en la roca, constituyendo el conjunto más extenso encontrado hasta la fecha en La Rioja.
Situados en el valle medio del Cidacos, estos lagares destacan por su peculiaridad geológica: la roca arenisca del Cogote de las Pilas es lo suficientemente resistente como para soportar el paso del tiempo, pero lo bastante maleable para ser tallada.
Esta combinación de características hace de este enclave uno de los pocos espacios en la región que cumplen con las necesidades para la construcción de lagares rupestres, y además es fácilmente accesible.
Además de los once lagares, el sitio alberga un abrigo-refugio en su parte oriental y en un nivel inferior. Este refugio habría servido para resguardar los utensilios utilizados en la extracción del mosto, así como para protegerse de las inclemencias del tiempo. Aún se conservan las huellas que indican que contó con un tejado a dos aguas por delante del abrigo natural, añadiendo un elemento arquitectónico interesante a la zona.
En la Denominación de Origen Calificada Rioja, los lagares rupestres son conocidos principalmente en la Sonsierra y Rioja Alavesa, así como en áreas como Haro, Casalarreina o Briones. Sin embargo, en la Rioja Oriental, la presencia de este tipo de estructuras había sido poco estudiada hasta el descubrimiento de los lagares rupestres del Cogote de las Pilas en el siglo XXI.
Entre los años 2020 y 2021 se procedió a la excavación del conjunto, revelando once lagares en total y permitiendo a los visitantes contemplar sus dimensiones totales. Este descubrimiento, junto con otros hallazgos como los lagares rupestres en el castillo de Cornago y el yacimiento celtibérico de Contrebia Leucade, sugiere que la vitivinicultura ha sido una práctica extendida a lo largo de los siglos en toda la Rioja Oriental.
Los lagares rupestres son recintos tallados en la roca utilizados para el prensado o pisado de la uva con el fin de extraer el mosto para la producción de vino. Estos lagares constan principalmente de dos elementos: el lago o pila, donde se realiza el prensado de la uva, y el torco o pileta, donde se recoge el líquido para su posterior traslado a la bodega y fermentación.
El trabajo en los lagares rupestres era comunitario, y se llevaba a cabo de manera colaborativa entre los agricultores de la zona. Los lagares eran de uso comunal, y aunque se tallaban en diferentes momentos y se utilizaban según las necesidades, reflejan la importancia de la colaboración en la producción vinícola local.
Los lagares rupestres del Cogote de las Pilas tienen su origen en el periodo medieval, coincidiendo con el cultivo predominante de la vid en la zona, como indican topónimos como Las Viñuelas documentados desde los siglos XIII o XIV. Sin embargo, a lo largo del siglo XVIII, con la aparición de los barrios de bodegas, y más tarde, con la llegada de la filoxera a la región a finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX, el uso de los lagares rupestres comenzó a declinar.
El abandono definitivo de estos lagares se produjo con la transformación de los métodos de elaboración del vino y los cambios en los cultivos, que llevaron a que fueran cubiertos de tierra para hacer cultivable su espacio. A pesar de esto, los lagares rupestres del Cogote de las Pilas siguen siendo testigos silenciosos de la importancia histórica de la vitivinicultura en la economía y el paisaje de la Rioja Oriental.
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